El repentino fallecimiento de una destacada ciclista panameña tiene conmocionados a muchos, primero por la calidad humana y talento de la víctima, pero también porque resulta increíble que hechos como este se sigan repitiendo en las calles del país.
Un amplio número de los fallecimientos por hechos de tránsito se debe a atropellos, ya sea de transeúntes, personas que utilizan bicicletas como medio de transporte sobre todo en el interior y de ciclistas deportivos o recreativos.
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Y si bien los factores que conducen a estas tragedias son múltiples, hay una realidad, y es que en Panamá no se construye ni se piensa en los peatones o ciclistas.
Salvo las deterioradas aceras de las áreas céntricas de la capital, hay que dar un recorrido por el resto del país para ver que los espacios viales carecen de aceras o ciclovías.
Y en medio de la reciente y dolorosa tragedia, ya oiremos de pedidos y compromisos para imponer estrictas sanciones, pero nada para revertir la incultura vial que impera en nuestro país y que le da prioridad a los vehículos por encima de todo lo demás.