El turismo debe ser uno de los principales activos del país con la capacidad de generar los mismos consensos entre la población para su desarrollo, tal como ha ocurrido con el Canal de Panamá.
Los beneficios de esta actividad económica son amplísimos y tocan a todos los segmentos de la población. Lastimosamente, y pese a tener el material bruto, Panamá ha abordado el turismo de manera artesanal, y cuidado que rudimentaria, si se compara a como lo vienen haciendo varios países de la región.
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Es por ello que la discusión que se ha iniciado para derogar la Ley 122, que otorga incentivos para el fomento de la actividad turística, es una oportunidad de oro para definir qué importancia queremos darle a la actividad turística.
La forma en que se discutió y aprobó la citada ley, que a todas luces favorece a sectores económicos particulares, es precisamente lo que no debe pasar con el turismo, cuya fortaleza radica en que -bien desarrollada- sus beneficios redundan en un amplio sector de la población.