El grito desesperado de una familia humilde resuena en Villa de Tanara, Panamá Este, tras la desgarradora muerte de Alberto Javier Márquez Villamil, un hombre de 50 años que falleció por complicaciones de dengue grave. Lo que debería haber sido un caso tratable terminó en tragedia debido a la indiferencia y presunta negligencia médica en el centro de salud de Felipillo.
Márquez llegó al centro el pasado viernes 3 de enero con síntomas graves de dengue: temblores, debilidad extrema y apenas 28.000 plaquetas. Desde la 1:00 pm, hora de su llegada, solo recibió una intravenosa antes de que le informaran que debían cerrar a las 3:00 pm. Debido a esto, le indicaron regresar al día siguiente al Minsa-Capsi de Las Garzas, ya que el centro de Felipillo no atiende los fines de semana. Con tan solo la instrucción de hidratarse en casa, Márquez fue enviado de regreso a su hogar. “El reloj avanzaba, pero la ayuda nunca llegó”, relató Marcelino de Jesús González, suegro de Alberto.
El Drama Familiar
La situación se intensificó al día siguiente. Márquez y su familia llegaron al Minsa-Capsi de Las Garzas a las 6:00 am, pero las puertas del lugar permanecieron cerradas hasta pasadas las 7:30 am. Una vez dentro, enfrentaron una nueva excusa: una “caída del sistema” que retrasó los resultados del laboratorio. Mientras tanto, la salud de Márquez seguía deteriorándose. Finalmente, se desplomó en el suelo del centro.
Mientras el reloj avanzaba, la salud de Márquez se deterioraba visiblemente. “No podía mantenerse en pie, apenas hablaba”, narró González. Finalmente, alrededor del mediodía, Márquez se derrumbó en el suelo del centro. Su esposa, en un acto de desesperación, comenzó a llorar e implorar ayuda mientras su esposo yacía inmóvil. Fue entonces cuando una enfermera se conmovió por la situación, escuchó lo que sucedía y fue a buscar al médico de turno.
El médico, al observar la gravedad del estado de Márquez, se disculpó por no haber intervenido antes y ordenó la aplicación inmediata de dos botellas de suero. Aunque lograron estabilizarlo temporalmente, los resultados del laboratorio confirmaron un conteo aún más bajo de plaquetas: apenas 22,000. Sin embargo, una vez más, lo enviaron a casa con medicamentos y sin ser trasladado a un hospital de mayor complejidad.
Un Desenlace Fatal
Esa misma noche, la tragedia llegó a su punto culminante. Pasada la medianoche, su condición empeoró. Su esposa pidió ayuda a un vecino para trasladarlo al hospital regional de Chepo. “Mi esposo temblaba, no podía sostenerse en pie, pero los médicos lo mandaron a casa con una atención mínima”, declaró entre lágrimas su viuda.
En el trayecto al hospital, Márquez falleció. Según el médico que lo atendió, llegó sin signos vitales, habiendo fallecido entre 10 y 15 minutos antes de su llegada. La familia quedó devastada, con un vacío lleno de preguntas y un clamor desesperado por justicia.
“Uno llega a un centro de salud en busca de atención y lo que recibe es la muerte. Allí parece que nadie se interesa por las vidas humanas. Estas cosas no pueden seguir ocurriendo”, sentenció Marcelino González, suegro del fallecido.
Un Sistema en Crisis
Lastimosamente, en Panamá ya hay antecedentes de este tipo. La tragedia de Márquez no es un caso aislado. En abril del año pasado, María Córdoba, una madre del distrito de Capira, vivió una experiencia desgarradora que estremeció al país. Su hijo de 15 años, Cristopher Olmedo Zachrisson Córdoba, falleció por complicaciones de dengue tras días de buscar atención médica sin éxito. Pese a los constantes síntomas de alarma, Cristopher fue enviado de regreso a casa desde varios centros de salud, con indicaciones mínimas que ignoraban la gravedad de su estado. Finalmente, su condición se agravó y, cuando fue trasladado al Hospital Rafael Estévez en Aguadulce, ya era demasiado tarde.
La negligencia denunciada por su madre se convirtió en un llamado nacional para reformar un sistema de salud que, según los afectados, prioriza la atención a las vidas humanas.
Para las familias afectadas, estas muertes no solo representan pérdidas personales devastadoras, sino también un llamado urgente para reformar un sistema que, según denuncian, no prioriza el salvar vidas humanas. Ante esta denuncia las autoridades de salud no se han referido al hecho.