Vivimos en un país tan maravilloso por sus bondades intrínsecas que es tan paradójico que muchísimos panameños carezcan de cosas básicas pan aspirar a una vida digna.
Sea en las ciudades, comarcas y zonas rurales, sobran las necesidades de empleo, acceso a servicios de salud, agua, luz, carreteras, nuestra educación está al borde del desastre y la justicia no es igual para todos.
El Panamá de las torres más altas de Latinoamérica y el de uno de los crecimientos económicos más altos del mundo no es justo para todos sus ciudadanos, es un país donde se violan una y otra vez los derechos humanos.
Hoy, en esta fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas, es obligatorio reflexionar sobre cuáles son estas premisas, reconocerlas y respetadas, a fin de avanzar hacia una sociedad más próspera.
La tarea no es solo de las autoridades de gobierno, sino también de cada ciudadano, porque en la medida en que reconozca cuáles son sus derechos básicos, así mismo luchará en su defensa.