En Panamá 698 personas han muerto por la covid-19, desde que el primer caso se registró el 9 de marzo.
En cada una de estas defunciones hay detrás una historia humana de zozobra, frustración e impotencia de familiares que no pueden tomar de la mano o darle una voz de aliento al ser amado que está en estado crítico.
Mientras tanto, todavía hay personas que dudan del mortal virus, exponiéndose al contagio y poniendo en riesgo a sus seres queridos.
El relato
“Solo quien lo vive en carne propia puede saber lo que es pasar por todo esto”, expresó uno de los deudos de Gilberto Antonio Willshare, de 75 años de edad.
“Ivi”, apodo por el que era conocido cariñosamente Gilberto, quien residía en el corregimiento de Curundú, fue descrito como un hombre alegre y de buen corazón. Además de un buen padre, esposo y abuelo.
Él educó y vio crecer a 14 hijos, tres de ellos de crianza. Mantenía el vigor de un muchacho, por lo que sus deudos no se esperaban que terminara como una de las víctimas fatales del nuevo coronavirus.
La enfermedad
El pasado 1 de junio fue a la policlínica Dr. Manuel Ferrer Valdés en calle 25 de Calidonia. “Ellos no le hicieron la prueba, él llegó a la casa diciendo que no se iba a morir porque no tenía coronavirus, que le revisaron los pulmones y estaban bien, solo le mandaron unas pastillas y dos jarabes”, comentó una hijastra.
Siguió relatando que “los siguientes tres días los pasó con fiebre, el viernes mi mamá le hizo un té, él se paró y salieron al supermercado. Pero la madrugada del sábado estuvo intranquilo, se levantaba de la cama y mi mamá le dijo que si se sentía mal que lo iba a llevar al Seguro, por lo que volvieron a calle 25”.
Ya en la policlínica y sin sospechar que ese sería el último momento en que lo verían con vida, lo evaluaron, le hicieron la prueba y trasladaron para el Complejo de la CSS en Transístimica. A las 3:00 p.m. lo pasaron a sala.
El domingo en la mañana recibieron la primera llamada, lo tenían en sala en espera de los resultado de la prueba. Más tarde volvieron a llamar para informar que era positivo a la covid-19.
En horas de la tarde recibieron una tercera llamada donde les dijeron que empeoró y fue llevado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Paciente de intensivo
Ya allí los llamaban de lunes a viernes en horario de 11:00 a.m. a 3:00 p.m.
La hijastra de Ivi cuenta que su experiencia con las llamadas fue buena, contrario a lo que han expuesto otros familiares de hospitalizados con covid-19.
Sostiene que le extrañó que el único padecimiento de Gilberto era la hipertensión, pero en la primera llamada recibida desde la UCI les explicaron que tenía dificultad para respirar y lo tenían entubado.
El martes les dijeron que tenía los pulmones inflamados; y el miércoles, que contrajo una bacteria, aunque no le había dado fiebre.
Agónica espera
“Los siguientes días fueron de angustia, ya que todos los días con cada llamada le salía algo a mi papá”, dijo.
Acotó que una doctora le salió con que no les habían dicho, pero que él había presentado un cuadro de azúcar, pero no sufría de eso.
“Después que presentaba problemas renales, pero no nos había dicho por qué no se había desarrollado bien y le realizaron una diálisis”, expuso.
Al final, que tenía alojado un hongo en los pulmones; y en la última llamada, el viernes 19, explicaron que él estaba muy complicado; no había mejoría, tenía fiebre y que se prepararan porque los medicamentos que le daban eran muy fuertes y caros y ya no le hacían efecto.
El domingo 21 de junio, Día del Padre, a las 12:15 de la madrugada el corazón de Ivi dejó de latir. “Nos avisaron a las 1:55 de la madrugada”.
El Dato
Gilberto Antonio Wilshare murió a los 75 años por la covid-19.
Fue cremado el martes 23 de junio, sus cenizas fueron entregadas el miércoles 24 y el viernes 26 fueron llevadas a una cripta en la Basilica Menor Don Bosco, en Calidonia.
Según datos del Instituto de Medicina Legal (Imelcf), el 95% de las defunciones por la covid-19 ocurren en las UCI.