Al abrir la Semana Mayor el papa Francisco reflexionó sobre un tema que si bien se enfocaba en el todo de esta celebración, trasciende lo religioso o espiritual, y es el abandono del prójimo.
Al hablar del Jesús abandonado de nuestros tiempos el Papa se refería a los ancianos, a los inmigrantes, a los enfermos y, por qué no, a los marginados y dejados atrás por esta sociedad que solo vela por su bienestar individual.
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Ello nos lleva a reflexionar en lo ocurrido con el fray Donaciano Alarcón, echado cual perro de su parroquia en Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega. Y si bien la Iglesia panameña se pronunció con una energía discreta, no puede ser pasado por alto el silencio casi cómplice del Gobierno panameño.
Fray Alarcón tiene quien rece y vele por él. Pero, ¿quién lo hace por los millones de nicaragüenses que ya empiezan a vivir en un régimen que ni siquiera les permite desarrollar su fe con amplitud? Jesús sigue abandonado en Panamá, en Nicaragua y en tantas partes del mundo y lo único que hacen muchos ciudadanos o gobiernos es mirar a un lado para no incomodarse.