Los panameños en general creemos que somos la “salsa de la región”. Tal vez, el toque caribeño, la injerencia gringa y los rascacielos nos hacen vivir un sueño.
Pero la pandemia nos ha golpeado tan duro, que le ha quitado la máscara no solo al país y a sus instituciones, sino a la mayoría de los ciudadanos.
Lo ocurrido con el primer día de vacunación, luego de recibir en medio de un show, el primer pinche lote de 12 mil 840 vacunas es inhumano y un retrato de lo que son capaces los seres humanos con poder y egoísmo.
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Sabemos que el juega vivo está por todos lados, pero si tenemos unas autoridades que permiten el tráfico de influencias y servidores públicos que son capaces de irrespetar cualquier regla para salvarse ellos, en vez de sus colegas médicos, pacientes o usarios estamos hundidos en el fondo de la miseria.
El virus de la maldad lo llevamos por dentro desde hace mucho tiempo y ahora solo aflora frente a las redes sociales de forma descarada.
Tenemos un país de juega vivo de arriba a abajo y se está reflejando para tristeza de todos en el peor momento.