No es igual hacer política desde la calle, a estar amparado por el poder del Palacio de las Garzas.
Las diferencias son obvias y por ello, las normas electorales son claras para que no haya favoritismo y se respete el uso de los recursos del Estado.
Las denuncias públicas de importantes personajes del Gobierno sobre supuestas presiones para sacar a funcionarios que no simpatizan con “Gaby”, perredistas que se ponen capuchas para no ser identificados y lo más reciente, la aparente retención del presupuesto de la Asamblea Nacional para manipular las primarias del PPR son señalamientos gravísimos.
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Ante estas crecientes denuncias, les toca a los afectados pasar de los gritos y las quejas a formalizar las irregularidades para que los entes de control electoral y judicial actúen sin reparos y con firmeza.
Por otro lado, le toca al jefe del Ejecutivo y su Gabinete ser un árbitro imparcial y cuidar los recursos de todos los panameños para que nadie tome ventaja ni crea que porque tiene acceso a las sesiones del Consejo de Gabinete, a diferencia de los otros aspirantes, puede torcer las reglas y aprovecharse de los recursos de todos los panameños.