La muerte del señor Domingo Rodríguez como consecuencia del golpe que recibió de parte de un transportista que quería hacerle un cobro ilegal de pasaje ha consternado a la población.
Y cómo no, si se trata de un padre de familia trabajador igual que muchos panameños que son rehenes de pésimos servicios públicos que se brindan con la anuencia de las autoridades encargadas de supervisarlos.
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Domingo representó a ese usuario maltratado, porque incluso después del criticable hecho que lo postró en una cama por más de cuatro meses con sentencia de muerte, las anomalías y atropellos hacia quienes usan los servicios de transporte público continuaron.
Pero como no hay tragedia de la que no se pueda sacar una lección, es necesario que a nivel de las máximas autoridades se tomen los correctivos necesarios. Primero, convirtiendo a la ATTT en una entidad que finalmente trabaje en beneficio de los usuarios, y no solo a favor de los transportistas y los distintos intereses que estos representan.