Panamá lleva más de 10 años exigiendo un cambio constitucional, pero los políticos y los partidos tienen miedo y alegan que una nueva Constitución no resuelve los problemas cotidianos.
Han preferido enfocarse en los poblemas domésticos. Pero resulta que nada ha cambiado y todavía tenemos una Constitución de corte militarista, no acorde con los tiempos de hoy y seguimos inundados de problemas y corrupción.
Ahora que muchos sectores ven como ejemplo a Chile, que abolió la Constitución de Pinochet, sin olvidar los episodios de violencia social protagonizados, sería bueno que en el marco del diálogo que se avecina por el bicentenario de la República se tenga la madurez para darle al país una nueva Constitución.
Si los políticos y los partidos no atienden el clamor ciudadano, será la muchachada en las calles la que les va a exigir este nuevo pacto social, porque ya no estamos en los tiempos de la patria boba. A ser empáticos con el momento y a sentar las bases para un Panamá democrático y libre de corrupción.