Cualquiera sea el resultado con las negociaciones entre el Estado y Minera Panamá, este es ejemplo claro que habla de la falta de seriedad de nuestros gobernantes. No con la empresa en disputa, sino con la población panameña que solo les sirve como escalera para llegar al poder y acumular riquezas para ellos y sus grupos afines.
La polémica del contrato con la minera es el corolario de una serie de acontecimientos que el país ha experimentado, como el caso Cemis, las concesiones hidroeléctricas y -más recientemente- la renegociación del contrato con Panamá Ports.
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Todos estos eventos tienen como distintivo los intereses muy particulares de grupos en el poder, por encima de los requerimientos de la Nación, que al final queda recibiendo migajas y quedando burlada como si estuviéramos en los tiempos de Bunau-Varilla.
Hay que decir que los ciudadanos, o grupos de estos, han aprendido a intervenir en la salvaguarda de los recursos de todos. Pero para evitar que algo parecido se vuelva a repetir, debemos estar al pie del cañón defendiendo lo que es nues