En cuatro meses entrará en vigencia la recién aprobada ley de contrataciones públicas, pero considerar que solo por tener la nueva norma el Gobierno va a ser más transparente es como creer que un tigre no te atacará porque se volvió vegetariano, como diría el maestro de las artes marciales Bruce Lee.
No puede negarse que hay avances en las reformas, como limitar los reclamos, eliminar las licitaciones con evaluación separada, aumentar las multas, el observatorio digital, el fideicomiso para los anticipos, entre otros.
De lo que se trata es de que los servidores públicos, los grandes y los chiquitos, sepan que al Gobierno no se puede ir a hacer negocio, robar, beneficiar a los amigos o donantes.
No se puede ser crítico contra la corrupción cuando se está en oposición y cuando se gobierna todos se alinean para autoprotegerse.
Lo que le hace falta a este país no son más leyes conyunturales para salir del paso, sino que haya cárcel para los corruptos y un golpe letal contra la corrupción. ¿Será posible?