Hace 233 años, en la ciudad de París, se inició un proceso que cambiaría el rumbo de la sociedad y que se convertiría en un punto de referencia del periodo histórico que vivimos en la actualidad.
La Toma de la Bastilla, como evento precursor de la Revolución Francesa, es el simbolismo de los principios de libertad, igualdad y fraternidad que tanto pregonamos hoy -sobre todo los que vivimos en sociedades democráticas-, pero que al final son imaginarios que no se concretan.
Con base en ello, es difícil no transpolar los acontecimientos de 1789 a lo que ocurre actualmente en nuestro país, donde la lucha se resume en el deseo de vivir en una sociedad sin inequidades, pacífica y con las libertades que garantiza el respeto de los derechos universalmente reconocidos.
Y es que guardando las proporciones, estamos gobernados por individuos que se creen y comportan como monarcas o aristócratas, mientras el pueblo explotado percibe sus migajas. ¿Será que esperan algo parecido a una Toma de la Bastilla? Ojalá se corrija el rumbo y no lleguemos a tanto.