Alfredo Juncá Wendehace. El magistrado segundo vicepresidente del Tribunal Electoral llegó a esa entidad de la mano de los panameñistas, partido donde militó, y, además, cocinó su vida política y pública en la “Cueva de Ladrones”, como denominan a la Asamblea Nacional.
Es el más bisoño de los magistrados y desde la semana pasada se sumó al bando del magistrado Heriberto Araúz para mantenerle el fuero penal electoral al expresidente Martinelli y alegar que goza del principio de especialidad.
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Las decisiones de Juncá fueron sorpresivas porque llegó al cargo como relevo generacional y desde la misma entidad lo impulsaban como joven y hasta lo pusieron a coordinar el Pacto Ético Digital para atraer a la juventud.
Pero resulta que Juncá sacó toda su escuela política aprendida en la Asamblea y se sumó a un fallo catalogado de impune y que cierra precisamente a la patria joven la oportunidad de justicia y de una democracia sólida.
De Araúz casi nada sorprende. Sus proclividades hacia el Loco son más que obvias y solo queda esperar que le llegue su diciembre.