Los dos años de pandemia y las medidas restrictivas que esta provocó, aunado al conflicto bélico en Europa nos siguen pasando factura. Las secuelas durarán por mucho tiempo y cada sociedad debe encontrar la fórmula para sortearlo de la mejor manera.
En nuestro país, aunque la afectación ha sido generalizada, el mayor impacto de estos hechos lo viven las poblaciones más vulnerables. De allí que el esfuerzo colectivo debe estar dirigido a no dejar a su suerte a este segmento.
La reciente encuesta del Índice de Confianza del Consumidor divulgado por la Cámara de Comercio habla de la desesperanza que sienten muchos ciudadanos, y que hay que revertir. El país no puede seguir dando tumbos y vivir en desconciertos como los de semanas atrás que se originaron por causas conocidas y muy válidas.
Sin duda que debemos alzar la voz y ser proactivos para que se corrijan las injusticias e inequidades enquistadas en nuestra sociedad, pero podemos y debemos hacerlo con civismo y pensando en el bien de la colectividad.