El país parece estar perdiendo una de las oportunidades más valiosas para atender de manera integral el tema de la corrupción, que como es bien sabido no es exclusivo del sector público, aun cuando es donde más ruido genera por su impacto.
El pírrico acuerdo alcanzado en la denominada Mesa Única del Diálogo por Panamá, que deja por fuera a importantes sectores sociales que mucho tienen que aportar al respecto, es prueba de ello. Cada vez quedan menos dudas de que esa plenaria ha perdido representatividad y objetivos.
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Y es que ignorar desde un inicio los aportes que pudieron hacer diversos grupos históricamente vinculados a temas de transparencia y lucha anticorrupción es augurar un inicio fallido a la comisión que el Órgano Ejecutivo debe designar para abordar este complejo ítem.
Mientras sigamos viendo la corrupción y sus efectos como algo abstracto, que no se come ni se guarda en el bolsillo como un billete de a dólar, estaremos destinados a repetir los errores de siempre que perpetúan la pobreza, la marginación y la desigualdad.