Arranca un nuevo año escolar y de seguro que a partir de la fecha y por los próximos días escucharemos los reclamos habituales de docentes, estudiantes y padres de familia por los mismos problemas que todos conocemos y que las autoridades nacionales no terminan de resolver.
Esa es la cara desagradable del proceso que hoy se inicia, porque del otro lado está la ilusión y esperanza que representa todo comienzo, y sobre todo de un nuevo año lectivo.
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El Estado panameño está en deuda con sus niños y jóvenes, que deben enfrentar un mundo globalizado donde la diversidad del conocimiento, la tecnología y la practicidad son herramientas que ofrecen ventajas en el campo laboral, científico, de investigación e innovación.
La pandemia que se inició hace tres años nos obligó a destinar recursos impensables al sector salud; los problemas de educación que traemos de arrastre ya nos han debido de enseñar que si no invertimos lo suficiente en esta área, estamos condenando a los niños y jóvenes de hoy a ser los ciudadanos subyugados de un mundo que no para de evolucionar.