En política todo el que respira aspira y en Panamá la campaña electoral no para nunca.
Aunque oficialmente el proceso todavía no ha arrancado, ya los partidos políticos y los independientes preparan sus ofertas y hacen promesas clientelistas en medio de una pandemia y de las advertencias por los huracanes o las tormentas. ¡Mal presagio!
A la mayoría de los políticos les importa muy poco la gente, solo quieren sus votos y cada cuatro años salen a conquistarlos con las estrategias de siempre.
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Ya un precandidato procesado por la justicia quiere llevar el Metro hasta Capira, el oficialista quiere parecer más torrijista que los hijos de Omar Torrijos, la oposición no sabe cómo mostrarse unida y los independientes no han llegado al poder y ya los marean los egos enfermizos.
En medio de este panorama prematuro, este país da tristeza porque no resuelven problemas básicos como tapar los huecos de las calles o recoger la basura y mucho menos plantean los cambios profundos y constitucionales para que haya un verdadero desarrollo que ponga de primero a los excluidos.