Los importantes fallos que han emitido distintos despachos judiciales en los últimos días no pueden ser pasados por alto, porque abordan casos de corrupción contra el erario público.
Sospechosos para unos, tardíos o alentadores para otros, lo cierto es que las decisiones judiciales empiezan a dar un tratamiento a delitos que muchas veces los panameños no percibimos como tales y hasta somos laxos ante sus ocurrencias.
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El momentum que vive el aparato de justicia panameño debe ser aplaudido y respaldado por la ciudadanía que -no obstante- debe seguir vigilante y reclamando que esa justicia sea celera, oportuna y efectiva.
Nuestro país vive momentos difíciles con un debilitamiento institucional, crisis de confianza y con un grupo que opera al margen de la ley fortaleciéndose.
De allí la importancia que tiene el contar con un sistema judicial que genere confianza, tarea que no será fácil dados los lamentables antecedentes, pero que sin duda puede lograrse con un amplio compromiso.