Desde el día uno de la actual gobierno el incremento del gasto público fue una tónica. Primero con las excusas de las deudas que dejó la administración pasada, y luego con la llegada de la pandemia por la covid-19.
Lo anterior se produjo sin que se aplicara una efectiva contención del gasto público o un ahorro efectivo del Estado.
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Hemos sido testigos del crecimiento de la planilla y los salarios, y lo peor es que todo eso se financia con la adquisición de más deuda en el mercado financiero internacional.
El crecimiento postpandemia que ha tenido el país es la excusa que esgrimen los encargados de las finanzas. Sin embargo, ya se ha dado un aldabonazo por parte de una de las calificadoras de riesgo de que la política financiera del Estado panameño debe cambiar.
Lo expresado por Moodys es lo que han venido reiterando múltiples economistas locales: el país se avoca a un endeudamiento que lo puede llevar a la quiebra. Esperar que haya un cambio de timón en lo que queda de este mandato sería demasiado iluso.