La pandemia del coronavirus nos dio una bofetada a todos. Nos frenó y encerró en nuestras casas. Hasta los más poderosos tiemblan y ahora lo único seguro son las incertidumbres. Tiempos raros, locos, pero son los que nos ha tocado vivir.
Ya solo tener salud es casi ser millonario. Saber que las cosas cotidianas son un tesoro y que somos tan frágiles como partícula de la naturaleza son lecciones de esta pandemia.
El coronavirus nos ha empujado al abismo, pero también nos ha acercado a la ciencia. Hoy día sabemos que vale más pagarles mejor a los científicos que a un pateador de pelota o a un excéntrico y malcriado artista.
Tiene más sentido cuidar la naturaleza que empecinarse en una comodidad momentánea y egoísta.
Los productos y las empresas que cuiden la vida y la naturaleza y apliquen la tecnología para ello van a ser las más poderosas.
La muerte no ha dejado de actuar, pero la vida tampoco, y toca poner en práctica las lecciones, sobre todo si nos ayudan en este mundo rudo.