El fin del denominado título # 42 utilizado por las autoridades estadounidenses para dar un tratamiento a los migrantes irregulares que llegan a sus fronteras tendrá un impacto directo en la crisis y flujo que ya vive nuestro país en la frontera del Darién.
Y desafortunadamente no será para bien, porque todavía siguen sin atacarse muchas de las situaciones que están generando las migraciones irregulares.
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La precariedad y violación de derechos básicos siguen imperando en Venezuela y Cuba, la violencia sin freno ahuyenta a los haitianos de su país y los conflictos bélicos no ofrecen otra alternativa a los africanos de Sudán y otras regiones de ese castigado continente donde, o huyes o te quedas a morir. Si a todo lo anterior sumamos el criminal negociado que se ha creado y fortalecido en nuestra región con el trasiego de vidas humanas, la situación es más grave.
Nuestro gobierno y los panameños debemos estar alertas para que la crisis que se avecina no la terminemos pagando nosotros, como ha sido lo habitual.