La salida del ministro de seguridad era inminente. Las cifras de homicidios no las pudo controlar ni disminuir, se vio obligado a hacer retenes por todos lados, la masacre de La Joyita lo dejó mal parado y, para rematar, la fuga de Ventura Ceballos lo obligó a renunciar.
Su principal debilidad fue que no pudo sumar a casi ningún sector de la sociedad para luchar contra la inseguridad; por el contrario, se peleó con muchos de ellos.
El ministro de gobierno era una ficha del Molirena y así como llegó, lo sacaron. Ahora pondrán a otra llanta de repuesto. Todo hace indicar que esos mismos compromisos políticos son los que tienen a los estamentos de seguridad en el ojo de la tormenta.
De acuerdo con el jefe del Ejecutivo, los reajustes seguirán, y muchos se preguntan qué hará con los 400 comisionados que dice que tiene la Policía, con el proyecto de Seguridad Penitenciaria. En fin, si el Ejecutivo dice tener un plan de seguridad, no parece contar con los profesionales que lo ejecuten porque lo mostrado en siete meses solo ha dejado muchos reclamos y preguntas.
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