En Panamá casi todo el mundo habla de la narcopolítica, pero nadie hasta ahora tiene una línea de investigación que dé certeza de este grave flagelo.
Cada vez que rellenan de bala a un político o servidor público salta la liebre y lo peor es que un manto de duda queda en la sociedad.
No es justo para los familiares y amigos de las víctimas porque de por sí el hecho violento es demoledor.
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No son ataques casuales, muy por el contrario, hasta el propio ministro de Seguridad ha dicho que a cualquiera no le meten un tiro en la cabeza.
Es decir, detrás de estos hechos hay asociaciones, planeamiento, coordinación, contrataciones para liquidar a una persona y, en la mayoría de los casos, hay pocas detenciones.
Los ajustes comienzan a crecer y cada vez son más atroces, por lo que les toca a las autoridades dar claridad con hechos fundamentados para derrumbar los rumores. El narcotráfico pone en riesgo nuestra frágil democracia y eso no puede quedar solo como un “bochinche político”.