América es un continente pobre y desigual, y la culpa en gran parte de esta tragedia es de los políticos y líderes de nuestros países.
Desde la conquista, guerras, dictaduras y ahora con las frágiles democracias, los que más sufren son los pobres. Los que se multiplican en cada barrio y que los políticos desalmados solo quieren usar para justificar su avaricia desmedida.
En medio de estos hechos hay un reclamo de justicia que tiene revuelto nuestro continente, actualmente azotado por el coronavirus. La mayoría de los expresidentes están siendo investigados, mientras otros huyen para no ser alcanzados.
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La lista es larga. Va desde el suicidio de Alan García en Perú, la condena de Rafael Correa en Ecuador y el reciente arresto domiciliario de Álvaro Uribe en Colombia, entre muchos otros en Centro y Sudamérica.
Panamá no escapa de esta realidad. Esta es la tierra donde a los poderosos no les pasa nada y el expresidente Ricardo Martinelli es un vivo ejemplo.
Este señor ha demandado hasta a los peritos que evalúan su condición médica porque es un jinete de la impunidad, que con tal de salvar su pellejo y el de sus hijos, es capaz de arruinar a todo un país. ¡Que paguen!