La justicia tiene que ser justa. Es el único apellido que debe llevar, pero en Panamá es otra cosa.
Acá cada vez que se habla del sistema judicial lo primero que salta es la falta de presupuesto, la falta de implementación de la Carrera Judicial, la deficiente infraestructura, de la cantidad de recursos que dilatan las decisiones judiciales, pero poco se dice de la falta de ética y de la responsabilidad que tienen los entes y funcionarios para que una condena se cumpla.
Por ejemplo, el Consejo Municipal de Panamá está lleno de ediles condenados por el sistema judicial por diversas causas y ninguno está en la cárcel, sino repartiendo jamones.
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Al exalcalde de Arraiján Pedro Sánchez Moró, condenado por corrupción, el Sistema de Corrección del Ministerio de Gobierno no lo encuentra, pero en el oeste ha vendido pescado y hasta dicen que está en su finca.
Ni se diga del mentao “Robert”, el capo del este. Ya hasta su pareja pasará Navidad en su mansión. El asesino del Xtreme Plaza de San Miguelito apareció en todos los videos, pero nadie lo ubica.
Es decir, la justicia no puede ser selectiva ni coja, tiene que aplicarse sin reparos. ¿Se puede?