En medio de la creciente preocupación ciudadana e institucional por la entrada tardía de las lluvias, ocurre una situación que describe cómo será la realidad climática de los siguientes años.
Dejará de haber precipitaciones donde se requiera, para satisfacer la demanda agroganadera y de consumo humano, y arreciarán aguaceros en zonas vulnerables donde quedan en riesgo muchas vidas y bienes.
Prueba de ello es lo que vivieron en días pasados los vecinos de una comunidad en Panamá Este, y que con plena seguridad se replicará en otras zonas.
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Esta nueva realidad climática, provocada por múltiples factores, nos obliga a ser proactivos y preventivos, de forma que estos fenómenos impacten lo menos posible en grandes segmentos poblacionales.
Cuando las lluvias entren de lleno las crecidas de ríos y quebradas por acumulación de basura o falta de dragado no deberían ser un problema. Pero ya seremos testigos de las quejas recurrentes, cuando la culpa es de la apatía ciudadana y el desinterés de las autoridades