Ni el presupuesto anual que maneja ni el tamaño de su planilla es proporcional a la calidad del servicio que debiera brindar la Caja de Seguro Social (CSS).
Durante casi toda su existencia, esta entidad ha sido manejada como botín político y financiero, además de cuartel de invierno de determinados sectores influyentes de la sociedad. Todo ello ante la mirada pasiva de los ciudadanos.
Pero esta situación nunca había molestado tanto como ahora, cuando la entidad está en una delicada situación, aunque sus autoridades se empeñen en decir lo contrario.
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Peor todavía es que quienes debieran estar planteando alternativas para ayudar a la CSS y evitar su debilitamiento financiero solo están para sacar ventajas, obtener contratos y lograr colocar a sus fichas en algún puesto.
En medio de la fiebre de precandidaturas presidenciales que estamos viendo por estos días, la exigencia de una reforma integral a la principal entidad de seguridad social del país debiera ser un reclamo ciudadano persistente.