La desgracia de los migrantes no tiene fronteras, así como no debieran tenerlo los esfuerzos regionales y mundiales para que la mayor cantidad de personas no tuviera que salir de su país por motivos de guerras, inseguridad, pobreza no atendida o persecuciones por causas políticas, religiosas, orientación sexual y muchas más.
Tristemente vivimos tiempos en donde no se garantizan derechos mínimos para las poblaciones, por lo que esperar que las migraciones irregulares se detengan es una mera utopía.
LEA ADEMÁS: Gobierno extiende el subsidio del combustible hasta el 22 de abril
Frente a esta realidad se debe procurar que el proceso sea coordinado y lo menos traumático para quienes lo enfrentan, y no ocurran situaciones tan tristes como las tragedias del bus en Gualaca, en Chiriquí, o lo que acaba de acontecer en el albergue de Ciudad Juárez.
Desincentivar la migración irregular, y acabar con los conflictos que esta genera, implica que los gobiernos trabajen unidos para evitar las situaciones que generan que las poblaciones dejen sus hogares en busca de un sitio que les ofrezca un futuro mejor.