El procurador encargado sabe que se juega su prestigio y reputación con la investigación de la vacunación clandestina de Coco del Mar, aunque sobran los casos de alto perfil que están pendientes.
No puede fallar, porque el país no se lo perdonaría.
Señor procurador, no tenga miedo y demuestre que no le debe el puesto a nadie y que su interinidad, lejos de ser una debilidad, es una fortaleza para aplicar la ley y la Constitución.
Caraballo debe saber que el hierro se ablanda con fuego y por ello así como se siente cómodo hablando con los periodistas, de seguro debe tener claro que la ciudadanía no está satisfecha con los primeros pasos de la investigación de la vacunación clandestina.
Está a tiempo de corregir la forma y cerrar su carrera como fiscal competente, y ello implica que todos los involucrados en la vacunación clandestina respondan por sus actos. No caben las influencias ni las jugarretas jurídicas.
Lo único que pide el país es justicia de una vez por todas. No nos decepcione.