Mucho se ha comentado sobre la importancia de que el Tribunal Electoral (TE) sea un árbitro efectivo en el proceso que se ha iniciado de cara a los comicios generales que concluirán en el mes de mayo del 2024.
Su beligerancia es vital porque garantiza que no ocurran hechos como los que se vienen denunciando sobre el uso de recursos públicos para favorecer determinadas candidaturas, presiones políticas, amenazas físicas y hasta preñadera de urnas como en los más oscuros días de la dictadura militar.
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Ante la evidente degradación social y política que vive el país, y que se evidencia en los procesos electorales, urge que los mecanismos que garantizan la transparencia de estos actos se apliquen para prevenir los hechos antes señalados y, de estos producirse, sancionar enérgicamente a quienes incurren en ellos.
Lo que no puede ocurrir es que el TE se convierta en un mero espectador, porque una vez la credibilidad de los torneos electorales a lo interno de los partidos y el general se caiga, será muy difícil levantarla.