Si hay algo que le falta a este país es justicia.
La semana pasada con la llegada de los hijos de Martinelli, confesos en Estados Unidos de blanquear 28 millones de dólares de Odebrecht, el trato para los hermanos fue VIP, sigiloso y privilegiado.
Pero como la población no es tonta, aunque así lo crean algunos políticos, magistrados o jueces, esto fue así porque ellos son Martinelli Linares y tienen influencia política y económica. Por nada más.
Pero estos señores fueron prófugos de la justicia panameña y ambos están imputados por casos de corrupción y la población no pudo verles la cara cuando llegaron escoltados por agentes de Estados Unidos porque este Gobierno y su sistema judicial los protegió.
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Por ello, muy pocos confían en el sistema de justicia panameño, porque poco ha cambiado a pesar de que ya no están Moncada Luna y Ayú Prado.
Si no fuera por el comunicado del Departamento de Estado que señaló directamente al expresidente Martinelli de corrupto, la fiesta del “Tiburón Blanco”, sus secuaces y protectores del “GobierNito” todavía se estuviera dando y cuidado que hasta con cierre de la Cinta Costera porque si hay algo que les gusta a algunos funcionarios es bailar al son del poder y del dinero.