Desde tiempos antiguos, el desarrollo de la red vial o de comunicaciones de un Estado o nación ha estado fuertemente ligado a su desarrollo y capacidad de erigirse por encima de países rivales o vecinos. En Panamá, un país marcado por su transitismo dada su posición geográfica, esta realidad cobra más vigencia.
De allí que no es extraño el peso que puede tener un ministerio como el de Obras Públicas, uno de los que mayor presupuesto maneja cada año y el que sin duda se lleva el primer lugar en lo que se destina en inversión, comparado con sus gastos de funcionamiento.
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No obstante, estos recursos parecen no ser suficientes cuando observamos el mantenimiento que hay que darle a las obras ya concluidas. Esa es una realidad de esta y todas las administraciones de gobierno que le han precedido; la palabra mantenimiento pesa como lastre y sigue siendo el reto para los titulares del MOP.
¿Cuál es la respuesta? No es sencilla. Lo cierto es que esta institución no puede seguir operando como lo ha hecho hasta ahora y alguna figura valiente tendrá que empujar ese cambio.