Las cárceles nuestras están hacinadas y llenas de necesidades de todo tipo. Son una bomba de tiempo y ahora con la pandemia del coronavirus los riesgos aumentan.
Ya hay dos casos positivos en la cárcel de Nueva Esperanza de Colón y de seguro esto crecerá para todo el país.
Por ello, las autoridades del Ministerio Salud y del Ministerio de Gobierno tienen que extremar las medidas para que se garantice el derecho a la salud de cada uno de los internos, custodios y agentes policiales.
Tradicionalmente a las cárceles no se envían los mejores productos ni el personal más capacitado porque se tiene un criterio de castigo para todos los que trabajan en los penales.
Eso debe cambiar. Las cárceles no pueden ser depósitos de personas y de funcionarios frustrados, sino por el contrario, sitios donde se paga una pena y se respetan todos los demás derechos humanos.
Ojalá que estos panameños no sean olvidados y estamos pendientes, porque hasta ahora la gestión penitenciaria de este gobierno ha sido un fracaso.