Nuestros camisas rojas son unos verdaderos guerreros que deben desarrollar sus labores en medio de múltiples necesidades. Ello quedó demostrado en el reciente incendio en varias estructuras de Zona Libre, en Colón, así como en la explosión hace poco más de dos meses en el área capitalina de Obarrio.
No obstante, ambas situaciones, al igual que el accidente del martes en Agua Fría #2, en la vía hacia Darién, donde un cisterna se incendió y los bomberos fueron los últimos en llegar, evidencian que esta noble entidad no puede seguir operando con las limitaciones que mantiene hasta la fecha.
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En el caso de Obarrio, dos meses después aún desconocemos qué ocurrió; mientras que en Colón, la falta de agua dificultó enormemente la labor de extinción.
Hay que darse una vuelta por los cuarteles bomberiles del país para notar la precariedad en la que laboran estos hombres y mujeres, cuyo respaldo por parte del gobierno de turno depende de la simpatía y contactos que mantenga el coronel en funciones.
Basta de limosnas y denle a los bomberos el presupuesto de operación que merecen.