No es un secreto para nadie que el crimen organizado tiene penetrados los estamentos de seguridad. Lo saben las autoridades al más alto nivel, pero parece que se hace poco para limpiar de raíz esta situación, que pone en peligro nuestra democracia y la paz social.
La semana pasada cayó un suboficial de la Policía Nacional como cabecilla de la peligrosa banda Bagdad, otro cabo fue condenado por drogas y la Fiscalía que lleva la investigación asegura que son varios los miembros de los estamentos de seguridad involucrados, pero estos se están autodepurando.
Lo que está en juego es demasiado serio porque el crimen organizado solo se puede combatir con inteligencia, ya que tienen recursos, contactos y una red muy fina y profesional para cometer sus delitos y se requiere que al frente de los estamentos de seguridad haya gente comprometida con su oficio y con el país.
Le toca ahora al sistema judicial imponer las sanciones por varios delitos y cuidado, porque estos barones de la droga y los delitos tienen las manos largas, pero muy largas.



