Cada día el crimen organizado es más sofisticado y sus evidentes vínculos con personajes políticos o con influencias públicas dan miedo.
Nadie se atreve a hablar del tema por seguridad de sus familiares y personal, pero saben que conviven con este cáncer desde Darién hasta Chiriquí.
Y no es para menos. Panamá es paso obligado de mercancías lícitas e ilícitas y además aquí opera un centro financiero envidiable, que de seguro los barones de la droga hacen lo posible para corromper porque ese es su trabajo, salpicar a todos los que puedan.
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Mientras tanto, del lado oficial no se ve una estrategia para hacerle frente a este mal, que no se puede combatir con operativos reaccionarios, retenes o rabietas de un ministro de seguridad de turno.
El crimen organizado se combate con instrumentos legales como la extinción de dominio, tecnología, inteligencia y grupos entrenados no solo en la parte policial, sino de investigar delitos financieros, blanqueo de capitales y todos los esquemas que usan estos jinetes del mal y que están por todos lados.