Con una mayoría de mujeres, proporción histórica que no es más que el reflejo de los nuevos tiempos y del reconocimiento de la capacidad de las féminas, la Corte Suprema de Justicia (CSJ), máxima estructura de poder en el Órgano Judicial (OJ), inicia un nuevo periodo.
Los retos que enfrenta la Corte no son pocos y está obligada a impulsar cuanto antes los cambios que garanticen que la administración de justicia sea vista por la sociedad como el canal por excelencia para la solución de aquellos conflictos que no son resueltos en otras esferas.
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Crear confianza es de las principales tareas, y ello solo es posible si tenemos un OJ que es realmente independiente de los distintos poderes políticos y económicos, además de que cuenta con los recursos humanos y económicos que garanticen su óptimo funcionamiento.
Pero como el camino al infierno está lleno de buenas intenciones, es vital que para que lo anterior se concrete la ciudadanía comprenda el papel que le toca jugar, exija acciones de sus autoridades y sea observadora de que estas se cumplan.