La semana pasada cuando se dio a conocer el Índice de Percepción de la Corrupción el resultado no sorprendió, sin dejar de ser frustrante. Además de no mejorar, Panamá pareciera ir en retroceso en esta materia.
Y situaciones como cuando un ministro de Estado habla de la posibilidad de aplicar una rebaja de pena a una persona condenada por delitos de corrupción que, además no mostró interés en enfrentar la justicia por la falta cometida, nos da una radiografía de por qué estamos en este punto.
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Ese es uno de los graves problemas de quienes acceden al poder público en nuestro país: no reconocen ni dimensionan el daño que la corrupción hace al desarrollo. Prefieren ignorar que la transparencia es la mejor herramienta para el mejor uso de los recursos públicos.
Contrariamente, actúan y crean estrategias para protegerse con subterfugios y evitar así que el brazo de la justicia, si llegara a activarse, los alcance. Lo hemos repetido una y otra vez, la respuesta para que esto cambie no vendrá de ellos, sino de la exigencia que hagan los ciudadanos.