La convocatoria contra el mamotreto legislativo que pretendían imponer diputados de distintas bancadas en el caso de las reformas electorales es la segunda de gran calado que se realiza durante la presente administración de Gobierno y en medio de la pandemia por la covid-19.
Y aunque quienes pretendían imponer su conveniencia por encima de los acuerdos consensuados no lo admitan, fue ese llamado ciudadano a unir fuerzas lo que ha permitido frenar lo que sin duda sería un retroceso democrátco.
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Pero ojo, no se ha ganado nada y la lucha apenas comienza. Porque el llamado tardío a dialogar por parte de la Asamblea y sus directivos no puede significar tirar por tierra lo que por un año analizaron, evaluaron y aprobaron ciudadanos de todas las corrientes sociales, incluyendo a políticos que hoy quieren imponer su voluntad.
La vigilia por una reforma electoral que nos permita, en el 2024, renovar el desgastado sistema político del país y procurar los cambios necesarios para dar un salto hacia adelante debe ser permanente.