La polémica es eterna, pero a la vez representa las concepciones de ver el mundo históricamente y que ha sido tradicional entre algunos países de oriente (definidos por su fe) y el occidente (con el imperio de la ley y la razón).
Panamá no parece estar alejada de esta polémica, a pesar de que una de nuestras cualidades como país de tránsito es que acá conviven y hacen negocios católicos, judíos, musulmanes, hindúes y hay una hermosa confraternidad religiosa, que debemos preservar y compartir.
Los intentos, deliberados o no, por tratar de imponer un credo o estilo de vida particular al resto de la población no solo chocan con el espíritu de la Constitución, sino que van en contra de nuestra cultura y convivencia, en donde se respetan todas las creencias.
La sociedad, que es una expresión de organización humana, encontró en las constituciones y las leyes las reglas más posibles para la convivencia pacífica y lograr el estado de bienestar y la felicidad. Cualquier declaración, acto o hecho que la altere va en contra de nuestra Constitución y solo abanica el fanatismo, siempre peligroso.