El respeto y promoción de los derechos humanos es un reto pendiente en Panamá, porque a los políticos les incomoda que los ciudadanos se empoderen y reclamen su cumplimiento.
Cuando se defiende la vida, libertad y a los más vulnerables, generalmente se tiene que enfrentar a los grupos de poder y por ello la Defensoría del Pueblo es clave.
Pero resulta que los diputados decidieron hace unas semanas sacar al defensor del Pueblo y ahora tratan de hacer un “show” para su reemplazo, cuando todos saben que lo que busca la bancada del PRD y sus aliados del Molirena es poner un defensor afín, que les ofrezca espacios políticos y no los incomode.
La elección es una farsa y es una demostración más de la práctica abusiva de los diputados que son voraces porque, además de tener planillas y cobrar sin trabajar, también son capaces de asaltar la Defensoría para poner a un títere que les sirva a su antojo.
El que sea escogido estará marcado por el arreglo y, sin duda, no tendrá la única fuerza de un defensor, autoridad moral.