¡Vaya lío! El exrepresentante de Veracruz, Ronald Alberto González, y Víctor Pittí, exfuncionario de la Caja de Seguro Social, han quedado tras las rejas, luego de que el juez de garantías Erick Méndez les imputara cargos por presunto peculado agravado.
Todo este embrollo se debe a la misteriosa desaparición de 600 vigas tipo H, propiedad del Ministerio de Obras Públicas (MOP). ¡Sí, 600 vigas nada más y nada menos!
El juez Méndez no dudó en ordenar la detención preventiva de los acusados, argumentando la gravedad del delito y el daño que esto ha causado a la comunidad.
Además, recalcó que, siendo servidores públicos, tenían la obligación de proteger los bienes del Estado, no hacerlos desaparecer.
El viernes 27 de septiembre, las fiscales anticorrupción Anilú Batista y Adela Cedeño sacaron a la luz durante la audiencia que González y Pittí no solo sabían de la movida, sino que jugaron un papel clave en la sustracción y venta de las vigas, las cuales estaban destinadas a nada menos que la reparación del puente de Las Américas. ¡Eso sí es descaro!
Según las fiscales, todo comenzó en abril de 2024, cuando se empezó a orquestar el robo de las vigas que estaban guardadas en un patio del MOP en Farfán, Arraiján.
Sin embargo, los abogados de los acusados, Aníbal García y Carlos Herrera Delegado, no se quedaron de brazos cruzados y apelaron la decisión del juez. Alegan que sus clientes tienen problemas de salud que no podrían atenderse en prisión. La audiencia de apelación quedó fijada para el 10 de octubre.
Lo más curioso es que el caso no termina ahí.
Ya se imputaron cargos al dueño de una recicladora en Panamá Oeste, donde encontraron parte de las vigas robadas, pero su identidad sigue siendo un misterio. Y para agregarle más leña al fuego, el exministro del MOP, Rafael Sabonge, también está en el ojo del huracán, acusado de omisión de sus deberes.
Según Sabonge, él ni idea tenía de lo que pasó con las vigas, que, según él, eran material de descarte de un proyecto viejísimo, de allá por 2010.
Las autoridades continúan con la investigación, y lo que queda claro es que mover 600 vigas no es cosa de un solo hombre; se necesitó toda una logística, varias manos y maquinaria pesada para hacer desaparecer semejante cantidad de material. ¡El show apenas comienza!