A orillas del imponente Lago Alajuela, en los terrenos del Puerto El Corotú, el campo panameño demuestra que tiene más sabor y talento del que muchos imaginan. Durante la trigésima séptima versión de la Feria Unión Campesina, el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) sacó la artillería pesada para promocionar productos locales, capacitar a los productores y, de paso, dejar a todos con ganas de repetir.
El evento, que reunió a productores, artesanos, estudiantes y organizaciones rurales, tuvo de todo: desde miel de abejas que parecía oro líquido, hasta plátanos y raíces que podrían alimentar a una nación. Y, como si fuera poco, el café robusta se llevó los aplausos de quienes saben que una buena taza es mucho más que una bebida.
Pero no todo fue degustar y comprar. Técnicos del MIDA lideraron talleres para enseñar sobre cultivos, agroturismo y hasta buenas prácticas agrícolas, dejando claro que el conocimiento también es un producto local que vale oro.
Aurinda Gil, presidenta de la Unión Campesina del Lago Alajuela, no se anduvo con rodeos: “Esto no es solo una feria, es una plataforma para el desarrollo económico y social de nuestras comunidades”. Y razón no le falta. La feria no solo es un escaparate para el talento local, sino un recordatorio de que el campo panameño merece más atención y menos excusas.
Entre charlas, ventas y un ambiente cargado de orgullo campesino, quedó claro que el Lago Alajuela no solo es un destino turístico, sino también el corazón de una economía rural que necesita apoyo constante.
Así que, si te perdiste esta edición, anota en tu agenda la próxima. Porque si algo quedó claro, es que el campo no espera: sigue creciendo, produciendo y sorprendiendo, aunque muchos todavía lo den por sentado.