El reelecto presidente de la Asamblea Nacional Crispiano Adames, prometió que este mes lanzará el Programa Parlamento Abierto con las organizaciones de transparencia y para arrancar sería bueno que le diga al país cuánto costó el brindis de su triunfo y las botellas del “whisky” escocés Macallan.
Adames, médico de profesión, vicepresidente del PRD y visto como líder en el partido oficialista tiene la oportunidad de oro para demostrar si está de lado de la demagogia, la transparencia o del “open bar”.
Minutos después del 1 de julio, en el que Adames prometió transparencia, bajar los precios de las medicinas, salvar la descentralización y pedirle un “golpe de timón” a su gobierno, fue visto celebrando con los colegas de su bancada su triunfo con botellas de “whisky”, que no sabemos si costaron 400 dólares o más.
Con su programa de Parlamento Abierto tiene la opción de demostrar si lo suyo son solo discursos o se atreve a rendir cuentas en la práctica.
El brindis de los diputados oficialistas fue tan grosero porque mientras ellos celebran y hacen chistes la población no tiene para pagar el costo del combustible, los medicamos y los alimentos.
“Quiero resaltar que hemos sostenido diversas reuniones con la Fundación Espacio Cívico, con quienes estamos coordinando la implementación de la iniciativa del Parlamento Abierto en este Órgano del Estado”, precisó el diputado Adames.
Adames señaló que: “Hemos realizado avances graduales en este tema y mantenemos un grupo permanente, participando en dichas reuniones”.
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Panamá busca fortalecer la gobernanza, mediante la participación ciudadana, el acceso a la información y la transparencia, agregó.
El objetivo es lograr avances en temas puntuales de Parlamento Abierto, como una nueva forma de interacción y acercamiento entre la ciudadanía y los poderes legislativos, en atención a los principios de transparencia, participación ciudadana y rendición de cuentas.
Esas fueron partes de las palabras de Adames en su “peculiar” discurso de reelección y ahora habrá que ver si se atreve a decirnos cuánto costó el brindis, las botellas de “whisky” y si la Asamblea Nacional en efecto es un parlamento abierto o un espacio para discursos vacíos y “francachelas” pagadas con los impuestos de los ciudadanos.