En medio del recorrido del Arzobispo José Domingo Ulloa en el papamóvil con el Santísimo, en este Domingo de Resurrección, muchos se pusieron de rodillas y soltaron lágrimas al verlo pasar.
Así ocurrió, por ejemplo, en el sector de Campo Limbergh, donde, especialmente hombres y mujeres, niños, pero especialmente, adultos mayores se incaron, lloraron y oraron mientras el Arzobispo Ulloa los bendecía desde el papamóvil.
Algunos sacaron banderas panameñas, pañuelos plancos, incluso banderas de la JMJ. Muchos con medidas de protección como tapabocas, otros no.
Hubo quienes abrieron sus ventanas o desde sus balcones saludaban al verlo pasar. Sin embargo, otros no se contuvieron, abrieron las puertas de sus casas y salieron a saludar y a recibir la bendición del Santísimo.
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“El mejor homenaje al ver pasar el recorrido es un arrodillarnos, un orar para que esta pandemia pase”, dijo previamente el padre José Brutúa.
Aclaró que para la Iglesia la obediencia es importante y “queremos incentivar a eso. La obediencia a las autoridades”, manifestó el sacerdote.
También había solicitado que no salieran de sus casas.
“Solicitamos que no salgan de sus casas. Lo importante es que sientan la presencia del Señor y aprovechen para orar por los enfermos del coronavirus, por las familias en sus casas, por el personal que están en la primera línea, de salud, de seguridad, los periodistas”, manifestó Brutúa.
El papamóvil no se detenía, pasaba y Ulloa iba bendiciendo con el Santísimo a todos en su andar.
La emoción de muchos fue notoria, unos gritaban “¡El Señor ha resucitado. Aleluya!”. Otros no podían contener el llanto, algunos arrodillados, oraban, pidieron por la salud, por el perdón, por el fin de la pandemia, por la recuperación de los enfermos.