Era la mañana del lunes 1 de julio de este año, y en una esquina del pleno de la Asamblea Nacional, Benicio Robinson toma la palabra.
El diputado bocatoreño, que vestía de blanco, como el resto de sus colegas y con corbata negra daba un agradecimiento antes de ejercer su voto para la presidencia del nuevo período legislativo.
“Ante todo, agradecerle al Todopoderoso que por séptima vez haya bendecido a mi pueblo bocatoreño... por haberme traído aquí por séptima vez desde 1984, duélale quien le quiera doler. Dios es el que pone y quita”.
Desafiante, soberbio y hasta arrogante por poner a Dios en una frase que incluye un “duélale quien le quiera doler”.
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De los 71 diputados escogidos hasta el 2024, Robinson es el que más tiempo ha pasado en la Asamblea Nacional y es uno de los de mayor edad.
El rechazo generalizado de la población por múltiples escándalos lo han colocado en una esquina del tinglado. Y en la otra esquina está el diputado nuevo, independiente y de menor edad: Juan Diego Vásquez.

Robinson nació el 5 de agosto de 1959, y Vásquez el 31 de mayo de 1996, cuando el bocatoreño ya tenía 36 años de edad y ya llevaba varios años como legislador.
Nada de esto ha sido un impedimento para Vásquez que en reiteradas ocasiones ha criticado las malas prácticas de sus colegas, incluyendo a Robinson, y que busca anular con el proyecto 001 de las reformas al código interno de la Asamblea Nacional.
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Esta semana, Robinson se pronunció por los enfrentamientos entre Vásquez y el presidente de la Comisión de Credenciales, Roberto Ábrego.
“Pero este diputado de San Miguelito, que le gusta hacer show, le gusta crear show, tal vez por la niñez o ‘infantintez’ que siempre tiene, para no llamarlo infantil”.
Lo curioso de las palabras de Robinson es que él llegó al hemiciclo legislativo a los 24 años de edad y Vásquez con 23.