Cuando están en campaña política prometen una lucha frontal contra la corrupción, pero cuando llegan al poder aparecen las excusas, exigen pruebas y advierten que no puede dañarse la reputación de las personas y familias.
Es como un libreto de impunidad que se usa cada cinco años.
Expresidentes
La semana pasada, el actual presidente “Nito” Cortizo dijo que no se podían hacer las denuncias de corrupción por las redes sociales y que se presenten las pruebas. Advirtió que no se debe jugar con la reputación de las personas.
Pero ese mismo discurso lo usaba la expresidenta Mireya Moscoso, quien prometió un cambio y terminó con muchos vestidos finos, pero muy cuestionada por los “durodólares”, HP-1430, Museo del Tucán y otros.
El mismo libreto usó Ricardo Martinelli, quien llegó al poder diciendo que se podía meter la pata, pero no la mano y cada vez que se le presentaba un caso de corrupción atacaba a los periodistas y exigía pruebas, pero controlaba el Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia.
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Tiene un juicio pendiente por “pinchar a opositores” y es señalado en varios casos de supuesta corrupción.
Para no dejarlos fuera del baile, Martín Torrijos llegó al poder prometiendo “cero corrupción”, mientras sus opositores señalaban que había “un cerro de corrupción”. Juan Carlos Varela, aunque se hizo responsable de todas las licitaciones de su gobierno, el fantasma de la selectividad y Odebrecht lo persiguen.