Recientemente, en un evento que combinó aplausos entusiastas y murmullos de escepticismo, el ministro de Vivienda, Jaime Jované, aprovechó la toma de posesión de la nueva junta directiva de la Cámara Panameña de la Construcción (Capac) para presumir logros y prometer un futuro lleno de obras. Representando al presidente José Raúl Mulino, Jované detalló una serie de ambiciosos planes gubernamentales que buscan transformar al país, siempre y cuando se logre superar las deudas y trabas heredadas.
El ministro destacó que, en los últimos siete meses, el Gobierno desembolsó 118 millones de dólares para saldar cuentas con empresas contratistas que no recibían pagos desde hace cinco años. También aseguró que se han liquidado deudas por más de $32 millones correspondientes al Fondo Solidario de Vivienda. Sin embargo, la estrella del discurso fue el anuncio de grandes proyectos como el tren David-Panamá, el teleférico de San Miguelito, la restauración de la Casa Wilcox, en Colón, y la reestructuración de Portobelo.
Aunque la lista suena prometedora, para muchos en el público, incluidos empresarios y políticos presentes, estas promesas evocaron un conocido refrán: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Alejandro Ferrer Solís, reelegido presidente de Capac, insistió en la necesidad de un entorno favorable para la inversión y la construcción, resaltando el impacto del sector en la generación de empleo y el desarrollo económico. Mientras tanto, los panameños cruzan los dedos para que estas palabras no se queden en el aire y, finalmente, puedan sentir en sus bolsillos ese “chen chen” prometido en campaña.