Cuando se habla de comer langosta uno se imagina de una vez acostado en una hamaca debajo de algún cocotero en una playa de Guna Yala.
Y es que el consumo de este crustáceo, aunque pareciera ser de los “ricachones”, en Guna Yala es un lujo que uno puede darse a precios que te pueden dejar con la boca abierta.
REGULACIÓN
A pesar de eso, su captura está regulada por las autoridades comarcales.
Es más, los gunas fueron los primeros en establecer el periodo de veda en el año 2000, del 1 de marzo al 31 de mayo. Mientras que la Autoridad de Recursos Acuáticos de Panamá, en 2006, en asociación con países centroamericanos, apenas empezó a aplicarla, del 1 de marzo al 30 de junio.
Otra regulación para cuidar la población de las langostas es que en Guna Yala no está permitido el uso de tanques de oxígeno, salvo para asuntos investigativos, para lo cual se debe pedir autorización al Congreso General Guna. Los turistas que son sorprendidos usando esos implementos son multados.
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APORTE ECONÓMICO
Un estudio realizado por Alida Spadafora señala que entre 1994 y 1995, la explotación de este recurso reflejó para este sector indígena una producción estimada de 100 toneladas métricas, generando directamente una entrada económica aproximada de 700 mil dólares.
Actualmente, estas cifras pueden haberse superado, ya que anteriormente el producto era trasladado en avionetas, mientras que ahora es por carretera. Sin embargo, no hay datos.
EMPRESARIA
Una de las personas que ha podido establecer su pequeña empresa de venta de langostas es Fina de Solís, oriunda de Urgandi, en Guna Yala.
Ella busca el producto en Guna Yala y lo vende en el Mercado de Marisco, donde tiene su local, así como en los hoteles y restaurantes.
Fina tiene su flota de buceadores por varios pueblos, quienes le proveen del producto a diario.